Skip to content Skip to left sidebar Skip to footer

Historia y Patrimonio

Foto realizada por Malopez 21. Licencia Cretive Commons

El municipio de Ciruelos tuvo varios nombres a lo largo de su historia. Sin embargo, el significado del término latino «ceratum»; blando, tierno como la cera, está fielmente asociado a la fertilidad de su tierras de labor, dedicadas al cultivo de cereales, viñedos y olivos, posiblemente desde la antigüedad.

El primer nombre de este pueblo fue el de «Perusa», en el siglo IX. Luego se llamó «Cirilos», en el siglo XII; más tarde «Villarreal». En el siglo XVII se conoce por «Ceruelo» y «Ciruelas»; a finales del siglo XVIII por «Cirolillos» y «Ciruelos. Éste último puede estar motivado por el antropónimo «San Ciruelo».

Ciruelos conquistó un lugar de privilegio en las páginas de la historia. Su existencia data del año 803. Fue donado por Alfonso VII a Don Pelayo Pérez de Fromista y a Don Pedro Díaz Marrón, que más tarde lo cedieron al abad de Fitero Raimundo, fundador de la Orden de Calatrava y de la que fue gran maestre. El abad se trasladó a Toledo desde la abadía de Fitero (Navarra) para colaborar en la defensa de la ciudad contra las huestes musulmanas. Murió en esta villa el año 1163 y sus restos permanecieron en la parroquia dedicada a la Asunción de Nuestra Señora, hasta 1471. El sepulcro fue costeado por el Rey Carlos III en 1768, cuando se trasladó el cuerpo del Santo al convento del Monte Sión en Toledo. Años más tarde sus restos fueron trasladados a una urna de plata, y descansan en la sala del ochavo de la Catedral de Toledo.

En el siglo XII, formaba parte de la antigua villa de Otos, cedida por Alfonso VII de León en 1132 a Haym Avenzadoch y a Aleazar, en 1150, al concilio de San Miguel. Las primeras crónicas que hacen referencia a Ciruelos se remontan a 1157, cuando la mitad de la villa era propiedad de la Orden de Calatrava, y el resto estaba en poder de Ben Judá. Éste entregó su parte al Rey Alfonso VII, quién a su vez, la cedió a los calatravos a cambio de tierras en Illescas. Años más tarde, en 1176, el Rey traspasó el castillo de Ciruelos a la orden de Calatrava, por lo que la población y el término quedaban bajo su jurisdicción.

El pueblo aparece nombrado nuevamente en una escritura fechada en 1181 por la que el maestre de Calatrava dona a Tello Pérez treinta yeguadas de terrenos de su término (la unidad equivale al espacio de tierra que podía arar una yunta de bueyes en una jornada de labor).

Este municipio se dedicaba a la agricultura y explotaba plantaciones de viñedos y olivares. Entonces era gobernado por un alcalde ordinario, dos regidores, un escribano y un alguacil, con mandato de un año. En 1571, Ciruelos tenía ciento cincuenta vecinos,que descendieron a ochenta y cinco en el siglo XVII. Debido fundamentalmente al incremento del cultivo de la vid, de los cereales y de los olivos, la población se fue recuperando y, durante el siglo XVIII, el censo alcanzó a quinientos habitantes.

A mediados del siglo XIX el presupuesto municipal ascendía a 7.000 reales de los cuales 3.000 eran para pagar al secretario. Su industria consistía en una fábrica de jabón y en dos molinos de aceite.